Dríade del bosque


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Minerales, qué son...

Algunas personas ven, en los minerales, la expresión de la vida más básica y rudimentaria. Sin embargo, para otros son fuentes de Luz y de Energía.

Cuando hablo de cristales, me refiero siempre a cristales naturales, minerales con una cristalización geométrica perfecta. Por lo cual, son muy distintos del vidrio y del cristal artificial, aunque todos se forman a partir del sílice.

Los cristales tienen el poder de recibir, contener, proyectar, emanar, refractar y reflejar la luz, esa suprema expresión de las energías conocidas del cuerpo físico. Participan en el proceso de concienciación, enseñándonos la armonía con la esencia creadora y unificadora del universo.

No se sabe con certeza cuánto tardan en formarse. Según algunas especulaciones, tardarían miles de años. Otras opinan que, si los elementos necesarios coinciden, los cristales pueden formarse en un instante. Voy a volver a repetirlo: si los elementos necesarios coinciden, los cristales pueden formarse en un instante. Lo mismo ocurre, exactamente, con el perdón, con la paz, con la alegría o con la curación. Creemos firmemente que tardaremos meses, años o incluso vidas en alcanzar esos estados. Pero lo único que hace que el proceso sea largo y penoso es nuestra programación, nuestra convicción de que “tiene que ser así”.

Hay dos actitudes básicas ante la vida y, a diario, oscilamos entre una y otra. Cuanto más conscientes nos hacemos, cuanto más despertamos, más tiempo permanecemos en el segundo grupo, hasta que llegue el día en que no lo abandonaremos ni un instante:

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Pasiva: vemos lo que ocurre a nuestro alrededor, lo que viene y lo que va, como algo totalmente ajeno a nosotros. Quienes viven así creen en las casualidades, en la suerte y en el azar. Viven a la deriva, donde las situaciones o circunstancias les arrastran o empujan. Estas personas buscan piedras para la buena suerte, para encontrar trabajo o pareja. Vivirán, en distintas etapas, temerosas de que alguien les pueda echar mal de ojo o víctimas del mal deseado por alguien. Habitualmente, justifican su malestar y las cosas negativas que les ocurren como resultado directo y absolutamente exclusivo de las envidias de los demás. Sí hay minerales para la suerte, pero los motivos para no vivirla pueden ser tan variopintos como el número de personas afectadas. Para uno puede ser la pereza; para otro, la falta de confianza; para otro, los enganches emocionales con lo que tiene en la actualidad, aunque dé malos resultados. Por eso, no debemos recomendar lo mismo para personas distintas. ¿El problema es la “mala suerte”? No. El problema es lo que la motiva.

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Activa: vemos lo que ocurre a nuestro alrededor, lo que viene y lo que va, como algo directamente relacionado con nosotros mismos. Este grupo de personas cree en las causalidades. Ven a los demás como espejos de uno mismo y buscan en los reveses de la vida el camino equivocado que tomaron y que les llevó hasta allí. Buscan piedras que les aporten confianza, equilibrio, valor y serenidad. Y, de igual manera, para un mismo tema, cada uno puede necesitar minerales diferentes.



Os preguntaréis, entonces, cómo elegirlos. Según mi opinión, lo primero que tenemos que hacer es “enamorarnos”. Siempre hay algún mineral que nos atrae de forma especial, más que los demás. No dudéis, no tengáis miedo de equivocaros. Cuando un mineral toca vuestro corazón, sin duda es porque ha oído lo que esconde vuestro latir. ¿Y qué pasa si uno no “conecta” con ningún mineral…? Quizá nos ayude un poco conocer sus propiedades. Puede que elijamos una piedra o un cristal que no sea el óptimo para nosotros en ese momento, pero estad seguros de que no os dañarán y de que actuarán de manera positiva en vosotros.


Por mi experiencia, los cristales “hablan”. Sí, a veces “nos vienen” frases, recuerdos, imágenes,…. Son fieles amigos que permanecen a nuestro lado para ayudarnos en todos los niveles de la existencia. Algunos, como la fluorita, son magníficos para aliviar molestias y dolores físicos. Algunos, como la fluorita, apaciguan nuestro corazón cuando no sabemos digerir las vivencias que, sin darnos cuenta, hemos atraído a nuestra vida. Algunos, como la fluorita, son capaces de mostrarnos imágenes de vidas pasadas, haciendo vibrar nuestro corazón. Algunos, como la fluorita, también pueden alumbrar nuestro camino interior, ayudándonos a ver con más claridad la senda que elegimos seguir. ¡¡¡Me encanta la fluorita…!!! Primero pensé poner en cada ejemplo un mineral, pero… me pidió ocupar ella ese puesto. Tiene tanta y tanta dulzura para compartir….



Hablando de compartir:

¿Puedes compartir tus cristales?

Los cristales son muy, muy generosos. Como la propia naturaleza, se dan a sí mismos. ¿Eso qué quiere decir? Cuando tocamos un mineral o, más aún, cuando nuestro campo energético entra en contacto con él, empiezan a equilibrar la vibración de nuestra frecuencia: si estamos enojados nos tranquilizarán y, si estamos muy débiles, nos fortalecerán. Todos sabemos que en un bolso lleno no caben más cosas. Así que, mientras nos van bañando con su energía positiva, van llevándose la nuestra negativa. Y, en general, la mayoría de los minerales la guardan dentro de ellos.

Por ese motivo, muchas personas quieren que nadie toque sus cristales. A mí, personalmente, me parece muy triste. Yo confío en ellos y creo que nunca verterán sobre mí el malestar que hayan podido absorber de otros. Mis cristales, mis colgantes y mis varillas de radiestesia están al alcance de cualquiera. Es maravilloso pensar que mi colgante de cuarzo puede ayudar a alguien más en un momento determinado, ¿no?

A veces, cuando alguien me dice “las piedras no se pueden tocar”, yo les respondo, apartando mi mano, que, entonces, él/ella no me toque a mí. Lógicamente, su primera expresión, con las cejas bien subidas, es de sorpresa. Ante su “¿por qué?”, les explico que el intercambio energético que se produce entre dos personas al tocarse, es mucho mayor que el que hay al entrar en contacto con un mineral. Y constantemente nos rozamos, nos abrazamos, nos besamos,… Debemos aprender a regir nuestra vida por la confianza y no por el miedo. Somos seres sociales, nuestra vida y nuestro crecimiento interior se dan gracias a la interrelación con otras personas. No hemos nacido para vivir en una burbuja. Además, ¿por qué siempre tendemos a pensar que el mal de los otros es peor que el nuestro?

Alguno quizá estará pensando: pero hay personas que dan tan “mal rollo”, o que están tan enfermas…

A veces, estamos tan enfadados o tan deprimidos, tan enfermos física o mentalmente, que los cristales, ante nuestra alterada vibración, reciben una especie de descarga. Es un gran impacto para ellos. Si un amigo enfermara lo cuidaríamos, ¿verdad? Pues ahora es nuestra oportunidad:

Limpieza y recarga de los minerales

No vamos a administrar medicamentos que supriman los síntomas. Vamos a extirpar el origen, la raíz del mal.

¿Qué ocurre si uno da todo lo bueno y bonito que tiene en su casa y lo sustituye por todo lo viejo, roto, feo, estropeado y podrido que tienen los demás? Os lo imagináis, ¿verdad? Pues sabed que eso es lo que hacen, altruistamente, la mayoría de los minerales. A medida que lo negativo va instalándose en ellos, paulatinamente se debilitan. Los cristales pierden transparencia y brillo, fuerza y alegría. Esto es muy fácil de observar en el cristal de roca (cuarzo transparente), porque se llena de nebulosas. Para volver a poner al día nuestra casa, primero tenemos que tirar lo que no nos sirve, lo que no queremos, y luego tenemos que darle nuestro toque personal. ¡Pues vamos a ello!


Existen varios métodos de limpieza: podemos enterrar las piedras en un jardín (o en una maceta grande) durante dos o tres días; también podemos ahumarlas con incienso; o hacer sonar junto a ellas, repetidamente, un cuenco tibetano; hacer una meditación y colocarlas cerca de nuestro corazón o echarles nuestro aliento también ayuda a limpiarlas y, sin duda, fortalecerá el vínculo con ellas. ¿Alguna vez habéis metido los pies en un arroyo y sentido que el agua arrastra todas vuestras tensiones? A ellas les ocurre lo mismo. En ese caso, es bueno asegurarlas entre piedras grandes o meterlas en una bolsa de tela que ataremos a la orilla.

El método más utilizado es la inmersión en agua salada (¡El mar! ¡Les encanta el mar! Si podéis, llevadlas y bañaos con ellas; es una experiencia inolvidable). En una fuente o en un cuenco, ponemos agua fría con un buen puñado de sal y la diluimos. Colocamos dentro nuestras piedras y las dejamos toda una noche. La sal se encarga de eliminar toda la negatividad.

Y, para cargarlas de nuevo con su “chispa”, a la mañana siguiente las sacamos a la ventana para que les dé el sol durante todo el día y la luz de la luna por la noche (mejor si está creciente o llena. Si no es así y está menguante o nueva, nos os preocupéis. Simplemente, adquieren menos energía yin, pero tendrán suficiente fuerza para ayudaros. La siguiente vez que las limpiéis, intentad ajustaros más a la luna. Ante todo, procurad no caer en supersticiones, que sólo nos esclavizan y no sientan bien a nadie.).

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Las drusas (cuevas) de cuarzo son tan potentes, que si colocamos dentro de ellas otros minerales, los limpiarán y también los recargarán.

Hay que tener algunas precauciones. Algunos minerales, como la selenita, al pertenecer a la familia de los yesos, si se meten en agua se deshacen. Otros, como la malaquita, la turquesa o la angelita, por su porosidad, si se dejan en agua con sal, se vuelven mate, pierden todo su brillo y encanto. La amatista y el cuarzo rosa, por ejemplo, si reciben el sol directo, pierden poco a poco su color. Estas cosas suelen indicarse en los libros de minerales y también os orientará la persona a la que se las compréis.

¿Algo más…?

Os animo a que experimentéis. Elegid algún mineral, llevadlo con vosotros el máximo tiempo posible, incluso dormid con él debajo de la almohada, cogiéndolo en la mano o sujeto en una zona que se encuentre afectada por algún mal. Aunque hay unas bases que son comunes para todos, la experiencia de cada uno es única.

Hay tantas cosas que contar….

Si os gusta lo que habéis leído, si os gustaría aprender más y reunís un grupo de unas diez personas que queráis recibir un taller, poneos en contacto conmigo y hablaremos sobre las condiciones.






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